domingo, diciembre 04, 2005

haz la frase y no la palabra

A menudo ocurre que, en medios como este, en el que todo es tan ambiguo y confuso, que uno ha de poner toda responsabilidad de expresión a la palabra. Simplemente a la palabra. Pero el problema no es ese. Llevamos siglos disfrutando de saber que cuando uno lee un dialogo sabe exactamente lo que quiere decir el autor, incluso a veces sin dar lugar a dudas. Esto es porque se usa la palabra tratando de incluir en ella todo tipo de entonación y gesticulación. Cuando uno lee a Andrés Hurtado discutiendo con su tío Urtioz no le cabe la menor duda en que momento está enfadado o en que momento triste. El problema viene cuando se transcribe lo oral directamente al papel (o en este caso al ordenador). Es hay cuando matamos a la oración. Bueno, en realidad no se mata, no quiero ser tan exagerado. Pero convengamos que se le da un papel a la imaginación que no le corresponde. Y es hay donde se crean los malentendidos, porque a veces ocurre que difiere lo expresado por uno y lo interpretado por otro. Y esta situación se agrava más por el hecho de que no somos del todo conscientes de la importancia de la entonación y el gesto a la hora de hablar. Evidentemente al cerebro esta situación de constante expectación no le gusta y por eso desarrolla mecanismos por los cuáles trata remediarlo. Podríamos decir que uno de ellos es el de tratar de asignar mentalmente a cada persona con la que solemos hablar un tipo de entonación. Por este medio, pongamos un ejemplo, yo imagino que cuando mi amigo Pepe me dice "eres un cabrón", me lo esta diciendo con una sonrisa en la cara y con menos maldad que un Panda. Sin embargo, si la misma frase me viene de alguien que desconozco, evidentemente interpretaré que es un insulto, incluso aunque me lo estuviera diciendo desde la inocencia. La confusión ya esta servida. Cara a cara, no habría problema de confusión, pero frente a una pantalla de ordenador las cosas cambian.