martes, marzo 20, 2007

Mire Usted

De todos aquellos que hacen uso y abuso de la mentira, la manipulación, el engaño no poco se ha escrito y hablado. Claro que cuando es en carne de uno que le ocurre sufrir estos males endémicos de esta sociedad, se siente que nunca se ha hablado y escrito suficiente. Es más que probable que si de esta plaga la clase política haya hecho su forma de vida en muchos casos, sea en definitiva por una acusada raíz en lo más llano del pueblo. En el ya famoso anuncio de la marca de refrescos, deberían incluir un muy socorrido “que levante la mano el que alguna vez se sintió engañado” o “que levante la mano aquel que manipulo (aunque sea un poquito) para conseguir lo que quería”. Atendiendo a estas dos solicitudes tendría que alzar su mano el 100% de la sociedad. Algunos incluso las 2.

Y es que nadie me negará que el placer de conseguir que otro haga lo que queremos aunque para ello tengamos que usar medios nefastos o como mínimo de dudosa ética, ese placer no se paga con ningún dinero. Es el poder de engañarnos a nosotros mismos creyendo que nuestro poder de persuasión es de una sutileza envidiable cuando en realidad debería de tratarse con acritud como la bajeza que es.

No obstante, y aún sabiendo que esto es así, nos encanta manipular. Lo hacemos en todos los ámbitos. El cónyuge que después de una discusión por cuernos acaba convenciendo a la parte corneada que realmente la culpa ha sido suya (del otro, se entiende). O el empresario que hace ver a su empleado que el no pago de tantas horas extras tienen la justificación en su ineficacia (del otro, se entiende). O aquel compañero de trabajo que deja pruebas falsas para que se inculpe a otro por un fallo cometido. O que decir del padre o la madre que llevan las cuentas, revisan la factura del teléfono, o controlan el gasto del fin de semana de su hijo ya mayor de edad. Este último caso aunque sea discutible a mi parecer también es un buen ejemplo de manipulación. O por citar algún ejemplo más, lo que me sucedió recientemente. Que mi arrendadora pretenda hacerme ver que tengo que pagar íntegramente la rotura del bidé habiéndose roto por uso normal y amenazando de cobrarlo “de todas todas”.

Si entre congéneres, subordinados, compañeros y porqué no, familia también, hacemos uso del engaño con premeditación y desparpajo, ¿qué nos cabe esperar que haga nuestra clase política? Pues como niños chicos hacen lo que ven. O como adultos hacen lo que saben que todo el mundo hace. Por que lo cierto es que todo el mundo lo hace. Por eso, en algún caso hemos constatado que tirar tierra por encima es la mejor solución antes de que por descubrir una trama nos descubran las nuestras. Es lo malo de la manipulación. Existe una gran diferencia dependiendo del lado de la mesa en el que estés sentado. Mi madre, con su santa sabiduría popular, a más de uno ante alguna acusación le podría decir a la cara sin ningún pudor: “le dice la sartén al cazo”.

Y es que si a los creativos de la publicidad a la que hacía referencia se les ocurrió tal idea no es casual. “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra” o para el caso que levante la mano. No creo que haya muchos capaces de no hacerlo con la plena libertad de conciencia.

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